B I O G R A F Í A

BIOGRAFÍA

 

Oglinda es un bio-artista cuyo enfoque de trabajo comprende el posicionamiento discursivo y medial en el diseño de obras de arte constituidas a partir de elementos vivos, que van desde bacterias, hongos y levaduras hasta bioplásticos y plantas modificadas con luminiscencia artificial para su uso estético. Actualmente se encuentra trabajando en la creación artística por algoritmos intuitivos y machine learning, así como el desarrollo de arte en el creciente contexto de la web 3.0 vinculado a tecnologías e industria de manufactura descentralizada de datos y tiene por misión final la creación de un bio-arte comprometido con el patrimonio cultural en el medio de la plástica y el progreso tecnológico de la estética del siglo veintiuno. También gusta de la paleontología y el paracaidismo; practica arquería y tiene una puntería tremenda. Reside en México.

STATEMENT

 

“El arte, al ser lenguaje, por definición es una expresión tecnológica”

 

La cualidad fundamental de Homo sapiens reside en la comunicación organizativa propia de dar significado convenido a objetos abstractos (objetos intersubjetivos en específico) como lo son las nociones de “nación”,  “dinero” , “derechos humanos”, “comunidad” o “Dios”, entre otros más, y seguir así las consignas, códigos, normativas y posibilidades de interacción cultural, casi inagotables, que se derivan de estos objetos. Dicha cualidad antecede al uso de las herramientas o la manipulación de los fenómenos naturales, pues el génesis social de la especie exige una comprensión cooperativa que orbite la transmisión, hacia con “el otro”, de valores compartidos que representen seguridad y superivencia. Es decir, antes de reunirnos por la noche junto a un fuego ex profeso, fue necesario concebir, más allá del instinto, que el concepto abstracto de “comunidad” se asociaba a mayores posibilidades de supervivencia y, sobre todo, que esta supervivencia tenía una correlación directa con la noción de pertenencia al grupo y el entendimiento tribal de una jerarquía en este, lo que formó una relación biyectiva con la percepción del “individuo” (que poco después derivaría en la noción del “Yo”), pues uno reconoce a un similar, o un conjunto de similares, en tanto uno se reconoce a sí mismo y es en esta distinción que se vertió una inconmensurable carga de significado a ambas formas de experimentar la existencia; tal fue el principio del lenguaje simbólico (una particularidad excepcionalmente rara entre los seres sintientes). El escenario antes descrito (es pertinente notar) se enriqueció aún más del requerimiento de una conciliación de características anatómicas y fisiológicas específicas de nuestro género y especie, ya la relación visual neurológica y cognitiva, ya la capacidad de articulación vocal para expresar la comprensión del entorno biótico y abiótico percibido, resultando en la construcción de símbolos (y la utilización de estos) para abstraer y concebir formas que representasen y comunicaran ideas, nociones, conceptos, cantidades, razones, estrategias o historias que explicaran El Mundo.

 

Este entramado natural de las variables biológicas, evolutivas e históricas de nuestra especie y su relación con el ambiente, precedió a la figura sintética de La Cultura, de la cual nació la creación de herramientas utilitarias y de objetos de valor preciado en la comunidad social (es decir, objetos -de cualquier tipo, desde imágenes hasta armas o joyas- a los que se les confirió un valor convenido a través de la significación que estos pudieran representar). Y es en tal estructura sintética que la naciente habillidad técnica (el“artis” o “ars”) para la creación de objetos que representasen símbolos para comunicar mensajes complejos, (un saber o un “logos”) es blandida como una herramienta per sé que unifica a la comunidad social, asiéndose de códigos legibles de los que emana una directriz de supervivencia. Por lo tanto, no sería errado afirmar que, en su carácter esencial, la tecnología y el arte son el mismo comportamiento humano, inclusive su similaridad puede ser observada en la raíz de sus significados; la tekné, (como se ha dicho) es el artis, el oficio o la técnica (un saber que “opera”), el cual se suma al logos, el conocimiento [que proviente de scientia en latín], el saber, el argumento o el estudio de (un saber que “conoce”). En este sentido, el conjunto de conocimientos y disciplinas teóricas y su ordenamiento en función de una aplicación para la resolución de problemas (que no solo son de infraestructura sino de carácter emocional y psicológico) a través de códigos y consignas de conducta operativa, resulta en la indivisible conjunción “arte-tecnología”, la cual da significado a, y transmite conocimiento a través de, los objetos que crea (intersubjetivos o de cualquier tipo). Por consiguiente, el arte, al abogar ser el esquema expositivo de las emociones, sensaciones y pensamientos del ser, celebrando al individuo y su cultura, y, de poseer algún fin este sería la unión y entendimiento de todos los pueblos a través de un ethos común, allende de las ideologías; religión género, etnicidad, estratificación económica, política, preferencia sexual, y, por tanto, siendo la más sensible expresión tecnológica del planeta, entonces puede ser creado y aprehendido por cualquiera que sea propio a existir, ergo, El Arte incluiría a toda creación no-humana… 

 

“Alea iacta est” (la suerte está echada); las posibilidades del futuro y sus probabilidades a suceder se diversifican de frente a los albores transicionales de una sociedad mega diversa que (al parecer de manera incontenible) se dirige hacia una sustitución de paradigma sin igual en la historia, determinada por la ingeniería genética, la crisis climática, la ingeniería biónica y la adhesión, simbiótica, de la inteligencia artificial como extensor del pensamiento humano, lo que significaría considerar una nueva estética, la estética, y por consiguiente el arte de, las xenoespecies sintéticas autoconscientes (término que he creado a partir del prefijo griego xeno que significa “extraño”, por lo tanto una xenoespecie autoconsciente referiría a aquella forma de vida creada de manera artificial mediante métodos de cálculo de datos y algoritmos intuitivos y que es incognosible para la mente humana y que se sabría a sí misma viva) y las implicaciones secundarias al impacto social que estos factores ejercerían en los campos científicos, políticos, económicos, sociales y filosóficos. Se vuelve, entonces, imperativo hacer partícipe del debate global al Arte como forma tecnológica pues, siendo este su carácter constitutivo, pertenece al horizonte de los eventos por el cual se reformará la cultura en la búsqueda por entender, y quizá, con suerte, formular un atisbo de respuesta a la preguntas más solícitas y prodigiosas sobre la índole de lo humano ¿Quiénes somos? ¿Qué somos? ¿Qué seremos?